domingo, 6 de febrero de 2011

Capítulo 1: ¿Podría ser peor?

Ando y miro el reloj por octava vez esta mañana. Mierda. Llego tarde. Muy tarde. Joder. Para una entrevista formal que tengo… Y encima está lloviendo. ¿Pude ir peor? Sin contar que el paraguas lo tengo medio roto…
Miro la carretera y diviso un taxi. Me acerco a la carretera. Levanto la mano para llamarlo, pero pasa de largo. Y justo pasa por encima de un charco, dejándome mojada completamente.
-¡Joder!- digo para mí misma.
Sigo andando, mas bien corriendo o intentándolo, ya que con los tacones es medio imposible. Llego a la parada de autobús y espero a que pase el número 5.
De mientras que espero, me voy a presentar. Me llamo María, pero todos me llaman Meri. Soy de Los Ángeles, pero ahora vivo en Nueva York. Estoy soltera y tengo 25 años. Ahora mismo voy a una entrevista para trabajar en la revista de moda VOGUE. Me encanta la moda. Desde pequeña me vestía yo sola.
Soy rubia de ojos verdes. Me encantan los niños y los animales, aparte de la moda. Soy deportista. Me gusta el surf e ir e la nieve. Supongo que es de familia. Mi hermano es campeón juvenil de snow-board de Estados Unidos.  Mis padres están pre-jubilados. Me explico: somos ricos. Bueno, ellos. Yo cuando cumplí 18 años me fui de casa a la universidad de Nueva York a estudiar. Me independicé. Mis padres viven en las Bahamas y mi hermano con ellos y su novia.
Bien. El autobús ya llega. Miro otra vez el reloj. Llego media hora tarde. Menos mal que me dijeron que fuera puntual…
Saco mi monedero y me monto en el autobús. El vehículo arranca. Pasados unos minutos, para. Esta es mi parada. Me levanto del asiento y me dirijo a la puerta. Salgo y… ¡plaf! Meto el pie en un charco.
-¿Es que no quieres que cumpla mi sueño?- dije mirando al cielo.
Sacudí un poco el pie. Me coloqué bien el vestido y seguí andando. La redacción de la VOGUE estaba a dos manzanas. Fui a coger el espejito que tengo en el bolso cuando… ¡no! Me había dejado el bolso en el autobús. Me puse histérica. Empecé a dar vueltas sobre mí misma, despacio. Mirando a todos lados, haber si había por aquí una comisaría para decir que me he dejado el bolso en el autobús. Mierda, nada.
Miro el reloj. Llego tarde. Tardísimo. Sigo andando rápido. ¡Si es que este no es mi día! ¿Podría ser peor?
Llego a la entrada de la redacción y estiro mi cuello para arriba, para ver hasta dónde llega este edificio. Es… ¡enorme! Hay una puerta giratoria para entrar y encima esta el nombre de la empresa VOGUE. Entro y veo el mostrador. La recepción, por llamarlo de alguna manera, es espectacular. Hay una araña en medio y muchas plantas. El suelo es de mármol beige y los muebles contrastan con la pared blanca. Llego al mostrador y una chica rubia de ojos azules y despampanantes me atiende.
-Hola, bienvenida a VOGUE. ¿En qué la puedo ayudar?- dijo con una sonrisa en la cara, pero mirándome con cara de superioridad.
-Hola, soy Maria Blurck. Tengo una entrevista.- dije educadamente, a pesar de que me este calificando con la mirada.
-Un momento…- se pone unas gafas que tenía colgadas en el cuello. Se desliza con la silla hasta un ordenador y se puede ver cómo va vestida: lleva una falda recta y apretada negra que la lleva hasta encima de la rodilla y una blusa con un botón de más desatado y dos tallas más pequeña blanca. Unos tacones negros y altísimos la hacen unas piernas larguísimas.- Aquí pone que tenía una entrevista hace una hora.
-Ya… es que he llegado un poco tarde… pero- me cortó.
-Lo siento mucho, pero a Madamme Fergusson no la gustan las personas tardonas e impuntuales.
-Ya, pero…- otra vez me corta.
-Lo siento, no puedo dejarla pasar.
-Vale, muchas gracias, adiós.- y me fui de ahí.
¿Por qué todo me sale mal? Esto es de lo peor…
Salí fuera y fui a una parada de taxis. Había uno. Subí.
-Hola, buenos días. ¿A dónde la llevo?- me dijo el taxista. Era un chico joven, muy apuesto. No parecía taxista. Pegaba más como jugador de fútbol o modelo. Estaba muy bueno.
-Hola. ¿Hay por aquí cerca una comisaría?- dije entrando y poniéndome el cinturón.
-¿Y que se le ha perdido a una chica tan guapa como usted en una comisaria?- dijo con una sonrisa en la boca y arracando.
-Es que me dejé el  bolso en el autobús.
El taxista se empezó a reír. Yo le acompañé. La verdad, era mejor que ponerse a llorar. Yo ya había llorado mucho.
-Ya hemos llegado.- dijo parando el coche y parando el contador. Marcaba 4 dólares.
-¿Me puede esperar aquí? Luego vuelvo.
-Claro.
Salí del coche y me adentré en la comisaría. Era pequeña y olía mal. Me dirigí a una señora de color un poco regordeta.
-Hola, buenos días. Verá…- me cortó.
-Mira, chabaluca. Ahora no estoy en mi turno, así que ve a contarle las penas a otro.- me dijo dirigiéndose a la cafetera.
-Vale…- dije, y me dirigí a un señor de unos 50 años.- Hola, buenos días.
-Hola.- dijo sin quitar la mirada de la pantalla del ordenador.
-Venía a decir que si encuentran un bolso de D&G beige, me llamen a…- me cortó.
-¿Es este?- dijo elevando un bolso con la mano que tenia libre. Con la otra se sujetaba la cabeza desde el mentón.
-Sí, muchas gra…- dije estirando mi brazo para cogerlo, pero lo alejó de mí.
-Che, quieta parada. ¿Cómo sé que es suyo?- dijo mirándome.
-Haber… tiene dentro una BlackBerry con una carátula amarilla, unas gafas de sol negras…- me cortó.
-Vale, tome.- me dio el bolso y siguió mirando la pantalla del ordenador.
-Muchas gracias.- dije y me fui.
Salí de aquel sitio y me dirigí al taxi.
-Ya estoy. Bien, ¿me puedes llevar a la calle Frisco Nº 8? Está por las afueras.- dije abrochando otra vez el cinturón.
-¿Eso no te va a salir muy caro?- dijo arrancando.
-No me apetece coger el metro, seguramente me caiga a la vía. Además, los tacones me están matando.- dije quitándomelos.
-Tú como en tu casa ehh…- dijo arrancando y riendo.
Yo reí con él. Era majo. Puso la radio y empezó a sonar la canción “Baby”  de Justin Bieber. Una punzada me atravesó el estómago. La reportera bajó el volumen y empezó a hablar: